80 días
de no comer tortillas, de pagar 10 veces mas por el metro, de no tener moto, de no acariciar al gato, de no hablar en español, de extrañar muchas cosas y a muchas personas...
pero a la vez, 80 días de invierno y primavera diferenciados, de una ciudad sin tráfico, de un trabajo nuevo, de volver a elegir casa y (pocos) muebles, hacer cosas que nunca había hecho, comer cosas que no había comido...